jueves, mayo 03, 2007

Se que no soy la mujer mas transparente del mundo, al contrario, guardo la mayoría de mis sentimientos bajo una mirada polarizada, unos labios cerrados, un rostro inexpresivo.
Se que es muy difícil entenderme, incluso yo misma no me entiendo la mayoría de las veces, de ahí que no pretenda que alguien mas lo haga por mi.
A pesar de mi discapacidad emocional y de mi ser ermitaño, me consideraba una mujer honesta y sincera, pero ahora me he dado cuenta que tal vez no sea así.
Siempre he considerado la verdad como la mejor opción para vivir mi vida y no interferir en la de los demás, siempre dije que no me agradaban las mentiras y evitaba a toda costa utilizarlas pero poco a poco fui cayendo en cuenta de que siempre lo hacia, siempre mentía... cuando salía de la ducha y me arreglaba para ir a trabajar saludándome hipócritamente en el espejo, cuando amablemente le cedía el paso a un peatón gritando en silencio que se apresurara por que llevaba prisa, cuando me sentaba a descansar después de una larga jornada y me decía a mi misma que todo iba bien. Puras mentiras.
Podía ser completamente sincera y honesta con los demás pero imposible serlo conmigo misma.
Cuando me encerraba en mi ser egoísta y me consolaba a mi misma diciendo que yo podía ser feliz conmigo misma, sin necesitar de algo o alguien mas, cuando con lagrimas me suplicaba compasión y me pedía a gritos que dejara de ser tan negativa.
Las mentiras suelen ser una solución momentánea para pequeños problemas pero con el paso del tiempo se convierten en un castigo permanente, la verdad puede no ser la manera mas amable de enfrentar algo, pero una mentira dicha a si mismo puede desencadenar mucho mas que un episodio de angustia, por que a final de cuentas uno termina creyéndosela y cuando la verdad cae de golpe y de manera inesperada todo parece acabar mucho mas rápido.

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