martes, septiembre 27, 2005

Y nos miramos cada noche, después de acostarnos, nuestros alientos se cruzan, pero no se combinan, pensamos el uno en el otro, nos soñamos, nos besamos y acariciarnos, pero jamás nos tocamos.

Encontramos en los pliegues de la almohada los olores añejos que recuerdan aquellos días de calor y movimiento, un instante de amor, un eterno dolor...

Nos recostamos mirando falsas estrellas, lunas artificiales, vidas imaginadas.

Hacemos memoria y escarbamos entre las costras de heridas viejas, y nos hacemos daño, y nos convertimos en zombies del pasado.

E intentamos levantarnos, tratamos de despertar, abrir los ojos a la nueva realidad, y las sabanas se hacen tan pesadas, nos inmovilizan, nos hacen presas de la propia vida.

Y queremos abrir los ojos, fingir que todo fue un sueño pese a que las heridas duelen y brota de ellas la sangre que alguna vez corrió por nuestras venas.

Y aun sentimos el retumbar del corazón impaciente por explotar y dejar de bombear vida a estas almas tan desgastadas. Intentamos despertar de la pesadilla eterna de la realidad... aun no hemos comprendido que cuando lo logremos, estaremos quizá, en otro mundo, quizá, en ninguna parte...

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